Seguidores

24 de febrero de 2017

[BLANCO] Capítulo Tres

Damián y yo comenzamos a llevarnos mejor, llegamos incluso a hablar por mensajes de texto. En menos de un mes parecíamos mejores amigos. Colaboró el hecho de que Ariel pasara tanto tiempo con Miranda. Nos dio tiempo de conocernos, charlar, jugar, y divertirnos. Pero, él día en que la faceta que más me preocupaba salió a la luz… Ese día supe la verdad de lo que él me había ofrecido, y yo había aceptado.

Humano.
“Alienígena”
Me habéis llamado… A la 1:08 de la madrugada.
“Sí”

“Te necesito… Necesito verte”
¿El parque?
“El parque”
Tal vez ‘El Parque’ sea nuestro ‘Por Siempre’
“Deja esas güevonadas. Nos vemos al rato”


Así que fui al parque, y allí nos encontramos con él.

- ¿Estamos muertos?
- No lo sé.
- ¿Qué nos motiva a vivir?
- ¿Quieres morir?
- No lo sé. Hay días que quiero matarme, pero hay otros en los que quiero vivir para siempre.
- ¿Hoy qué día es?
- Es… - Comenzó a llorar – Es del primer tipo.
- Llora, llora. Está bien llorar – acaricié su cabello, pues su cabeza estaba encima de mi pecho.
- Me… Me siento como una bestia olvidada por dios y la humanidad.
- Menos mal soy un alienígena – él no rio -. ¿Qué ocurre?
- Todo ocurre y nada ocurre al mismo tiempo. El sentimiento de ver mi mundo caer, aquel que he construido por dieciocho años, me persigue. Yo no quiero seguir así. No me quiero seguir sintiendo tan solo, pero al mismo tiempo quiero que me dejen en paz. No sé qué es lo que me pasa, no lo sé.

Lloró aún más después de decir aquello. Sentía como mi camiseta era empapada por lágrimas saladas y llenas de dolor. Y me sentía impotente. No lo podía hacer feliz, pero tampoco lo hacía triste, era como aquel pedazo insípido de lechuga en tu nevera. Y me dio rabia conmigo misma, por no poder ayudarle.

- Perdón… Perdóname, Damián.
- ¿Por qué?
- Por no haber estado antes contigo. Si tan solo hubiésemos sido amigos desde antes, hubiese podido ayudarte más.
- Al menos no nos encontramos tarde en el camino.
- ¿A qué te refieres?
- Bien hubiéramos podido conocernos en mí funeral – sonrió entre lágrimas.
- Cállate… Más bien, cuéntame qué es lo que sucede.

Limpió un poco sus lágrimas, se sonó la nariz, para no hablar muy nasal, y dijo:

- Si algo he aprendido en los últimos dos años es que a nadie realmente le importa si no vas a la fiesta, y que el océano no es nada más que el cúmulo de lágrimas de un gigante. Dios deja pequeñas criaturas olvidadas como bestias, y las personas que le dicen a otros que no deben llorar son basura.
- Eso suena hermosamente horrible. Por favor, continúa.

No hay comentarios.:

Publicar un comentario