- Sí, de hecho sí.
- ¿No te molesta?
- Un poco… ¿Por qué?
- Porque a mí me molesta a montones. Somos más que un “¿Qué vas a estudiar?”. Tenemos sentimientos y necesidades.
- ¿Qué preferirías que te preguntaran?
- Tal vez… “¿Qué quieres hacer el resto de tu vida?”
- Y, en caso tal de que te lo preguntaran, ¿qué responderías?
Me quedé callada un segundo, viendo el suelo, mientras me columpiaba.
- Yo quiero… Ser feliz. ¿Qué hay de ti?
- Yo también quiero ser feliz.
- Y, ¿Cómo quieres ser feliz? ¿Qué te hace feliz?
Damián se quedó callado esta vez.
- ¿A ti qué te hace feliz?
Yo me volví a quedar callada.
- “¿Qué lugares te gustaría conocer?” Esa podría ser una buena pregunta –le dije a Damián con aires de que quería que la respondiera.
- Seattle y Chicago.
- ¿Por qué?
- Porque le prometí a alguien que nos conoceríamos allí, en alguno de esos dos lugares.
- ¿A quién?
Él me respondió, pero yo no escuché el nombre de la persona.
- Y, ¿por qué esos lugares?
- Porque Chicago y Seattle son hogar. ¿Tú qué crees que somos?
- Sartenes con hogar.
- ¿A qué viene lo del sartén? – dijo mientras reía.
- No sé… Solo se me vino a la mente.
- Creo que hablar a la una de la mañana en el parque no te está haciendo mucho bien. Deberíamos irnos.
- Pero, todavía quiero hablar – le dije a Damián haciendo pucheros.
- No es justo, con eso siempre me convences – así que hice mis pucheros más tiernos. – ¡Ugh! Vale, vale, tú ganas. ¿De qué quieres hablar?
- Tengo miedo.
- ¿Miedo? ¿De qué?
- De perderte…
- Y… ¿Eso a qué viene?
- Eres una persona buena, Dy, y las personas buenas mueren jóvenes. Quiero conocerte y compartir contigo muchas cosas.
Vomité todo lo que no le había dicho, pero mi voz era demasiado rápida. Ninguno de los dos entendió lo que decía, y yo ya no lo recuerdo.
- ¿Por qué las personas buenas mueren jóvenes? – le pregunté.
- No lo sé. Probablemente es porque alguien superior a nosotros quiere que lo recordemos tan radiante como fue en su juventud.
- Bueno, tú no es que seas tan radiante.
- Gracias, sé que soy hermoso.
- Espero que esa sea una buena razón para no morir pronto.
- O vivir.
- ¿Vivir?
- Sí, ¿qué tal esta sea la muerte y cuando muera en este plano vaya a vivir a donde se supone que está la gente viva?
- ¿Qué?
- ¡Eso querría decir que estamos viviendo en la muerte! – se levantó del columpio y posó como superhéroe.
- O tal vez ya estás volviéndote loco.
Reímos y volvimos a casa. Justo antes de dormir dejé un nota en su mesa de noche. Cuando yo subí a mi habitación vi una nota en mí mesa de noche. Decía lo mismo que yo había escrito, solo que tenía una caligrafía más rugosa: Me hace feliz estar contigo.
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