[BLANCO] Capítulo Diecisiete

Estábamos sentados en los columpios, pasada la medianoche. Yo no podía dormir, y ella simplemente no quería.

- ¿En qué ciudad te gustaría vivir? – pregunté.
- ¿A ti en cuál?
- No estoy muy seguro… Tengo varias en mente: Chicago, San Francisco, Londres.
- Siempre será la primera respuesta.

Pensé un poco lo que ella dijo. En cierta medida tiene razón. Aquello que decimos primero al responder alguna pregunta, sin pensarlo mucho, cualquiera que sea esta, es nuestra verdadera respuesta. Aquello que verdaderamente anhelamos.

- Entonces es Chicago.
- ¿Y por qué?
- Creo que me haría sentir como si viviera en un musical, y la vida sería genial si siempre hubiese música – respondí con una leve sonrisa.
- Es una buena teoría.
- No respondiste mi pregunta, aunque la hice primero. ¿Qué ciudad?

Pensó por tres segundos, lo suficientemente largos como para escuchar una letra eme salir por sus fosas nasales, y lo suficientemente corto como para apenas ver sus labios encogiéndose.

- Seúl.
- ¿Seúl? ¿Por qué esa ciudad?
- Poco convencional, ¿no lo crees?
- Sí, bastante.
- Pero tengo mis razones – sonrió –. ¿Sabes cómo se pronuncia el nombre de esa ciudad?
- ¿Seúl, tal vez? – dijo con algo de sarcasmo.
- No. Abre la boca como si fueras a decir una “A”.

Lo hice.

- Ahora, con esa figura en tu boca, di la letra “O”.
- “Ŏ” – sonó un poco más nasal que una “o” normal.
- Utiliza eso que acabas de aprender. El nombre de esa ciudad es “Sŏul”
- Sŏul… Sŏul…
- Así es, Sŏul. El nombre de esa ciudad… Suena igual que la palabra “Alma” en inglés. Para mí, esa ciudad es todo lo que un humano necesita, su alma.

- Tienes razón, tiene mucho sentido cuando dices que solo necesitamos nuestra alma – intervine.
- Ese lugar del planeta tiene todo del alma, y por eso es perfecta. Sŏul es inmaterial, por eso no puede dejar de existir. Sŏul es inmortal, por eso sin importar cuánto suceda, ese lugar seguirá viviendo. Sŏul no hace parte del mundo terrenal, por eso cuando todo muera ella seguirá brillando. Sŏul es lo único capaz de crear en nosotros consciencia de aquello que nos hace felices y miserables.
- De todas formas, está inmersa en una nación.
- ¿Acaso eso no la hace aún más importante? Es la capital, el centro, aquello que mantiene el país a flote. El alma mantiene a esa nación siendo lo que es. Y nada más el nombre de Corea del Sur en el idioma del país “Tierra del Cielo”.
- Tierra del Cielo… - repetí casi por instinto.

Ella siempre buscando un lugar, y no se da cuenta que ella es el lugar que está buscando. Sonreí y la observé con melancolía.